No hace mucho tiempo, las computadoras rara vez se usaban para algo más que escribir un informe, calcular números en una hoja de cálculo y enviar un archivo bit a bit. Hoy en día, todas las empresas, desde pequeñas empresas hasta grandes organizaciones distribuidas geográficamente, dependen de la informática para hacer casi todo. En respuesta a esto, los desarrolladores de software inundaron el mercado con productos que abordan todas las necesidades. Por muy útiles que sean, los directores de negocios ahora enfrentan nuevos desafíos: ¿cuál de estos productos satisface nuestras necesidades hoy y puede crecer con nosotros mañana? ¿Podemos configurar este software para que se ajuste mejor, ajustamos nuestro proceso de negocio o es mejor que simplemente construyamos el nuestro? ¿Cómo implementamos sistemas de software complejos y nos mantenemos enfocados en el día a día del negocio? ¿Cómo conseguimos que un paquete de software, digamos nuestro sistema de ventas que compramos a un proveedor, hable con otro, por ejemplo el de contabilidad, que proviene de un proveedor diferente? ¿Y cómo podemos hacer que estos sistemas sean accesibles para una fuerza laboral más móvil y al mismo tiempo mantenerlos seguros y protegidos contra intrusiones y piratas informáticos?